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Las alucinaciones son percepciones que ocurren en ausencia de estímulos sensoriales correspondientes, pero desde el punto de vista subjetivo del individuo que las experimenta son indistinguibles de la percepción normal. Algo es percibido, pero objetivamente no hay nada para percibir. La alucinación presenta tres características; en primer lugar, existe la convicción de que el fenómeno tiene su origen fuera de uno mismo, hay una falta de control por parte del individuo que intenta distinguir entre las alucinaciones y, por ejemplo, la imaginación; y en tercer lugar, existe una imposibilidad, o por lo menos una dificultad, de alterar o disminuir la experiencia en forma voluntaria.
En buena medida, lo disfuncional de una experiencia alucinatoria dependerá de la respuesta social. Definitivamente, existe diferencia entre una persona que experimenta un delirio místico y una que tiene una experiencia mística. Es diagnóstico psicológico de una persona que dice ver a Jesucristo o a la Virgen María en un santuario mariano no recibe el mismo juicio de integridad mental que una persona que está en un hospital neuropsiquiátrico. Además, individuos que mantienen conversaciones con espíritus son menos propensos a padecer empeoramiento funcional, en tanto y en cuanto, estén rodeados por personas que acepten su experiencia, que si están rodeados por individuos que menosprecian o rechazan sus experiencias.
En conclusión, el autor sostiene que las alucinaciones también pueden ser observadas en personas que no presentan ningún tipo de trastorno psicopatológico. Esta situación lleva a proponer una continuidad del fenómeno alucinatorio entre la normalidad y la patología. Más aún, el modelo de continuidad de la experiencia alucinatoria que se desarrolla en esta obra se basa principalmente en estudios epidemiológicos, y como varía la distribución de estos síntomas en la población general según cómo se mida el fenómeno y explorar otras experiencias perceptuales anómalas. Finalmente, se examina si resulta necesario una nueva palabra para suplir el termino “alucinación” a causa de la clara connotación patológica de la experiencia.
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